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Lágrimas Negras: final alternativo 2

21 Jul

(Aclaración de la autora: el texto siguiente es un final alternativo al fanfic ‘Lágrimas Negras’. Para leer la primera parte de este fic, haced click aquí)

—————————————-¡continuemos la lectura ò_ó!——————————————-

Susurros y chasquidos provenían de todas partes. Zelo miraba a su alrededor muerto de miedo, con el alma en vilo e incapaz de emitir sonido alguno. Tenía la boca seca de correr, de respirar tan agitadamente. Los pulmones le dolían, tosió con tanta fuerza que tuvo que arrodillarse. Allí en el suelo lleno de hojas sintió un bulto, Zelo entonces reconoció un cadáver prácticamente convertido en una momia raquítica. Zelo iba a levantarse pero entonces vio una pistola atada al cinturón de aquel hombre muerto. No lo dudó y se la arrebató de un tirón. Sin embargo Zelo ya no estaba solo. Pasos cercanos sonaron detrás de él.

Alzó el rostro y al darse la vuelta, allí estaba él. Zelo le miró aterrado. Se reclinó sobre sus pies y cayó sentado. Zelo se arrastró hacia atrás con torpeza. Himchan sonreía y mientras se colocaba a cuatro patas continuó avanzando hasta que su cuerpo quedó sobre el del otro que, inmóvil, contempló la locura que irradiaban sus ojos y aquella maquiavélica sonrisa pintada en sus comisuras. El más joven tembló de pavor. Echó la cabeza sobre el mullido suelo lleno de hojas y sintió el aliento del otro. Cierto movimiento se fraguaba sobre el espacio que había entre ambos, era el estómago de Himchan. Zelo podía sentirlo, sabía que otro ser lo estaba controlando. Aunque bajo su desventajosa posición Zelo no tenía gran capacidad de movimiento, supo ingeniárselas para al mismo tiempo que mantenía la mirada a Himchan, una mano bajo la espalda sujetaba la pistola que intentó sacar con lentitud. Himchan abrió la boca y lamió con su lengua la boca del otro. Zelo apretó los párpados estremecido. El asesino beso su suave mejilla, su barbilla y se miraron a los ojos. Zelo admirando a la muerte abrió los labios para decir algo al fin:

―Perdóname… ―y con un rápido movimiento sacó la pistola y apretó el gatillo tantas veces como sus temblorosos dedos le permitieron. Himchan salió impulsado hacia atrás y sufriendo espasmos mantuvo los ojos muy abiertos y miró a Zelo.

Un abundante líquido negro brotaba de su estómago y mezclado con el combustible un gran charco comenzaba a ensancharse y recortar su figura postrada. Zelo entre jadeos se incorporó y con tiento se acercó para verlo más de cerca. Himchan sufriendo tenues convulsiones lo miró acercarse y de sus ojos surgieron densas lágrimas negras que recorrieron lentamente sus mejillas. Sonrió triste, parecía agradecido por lo que Zelo acababa de hacer. Sus ojos volvían a ser humanos, el Himchan de siempre volvía a aparecer ante él. Zelo gimió de dolor dejando escapar lágrimas de arrepentimiento dio un paso más pero entonces, un agudo chillido rompió el silencio entre ambos. La criatura que dominaba a Himchan escapó desde el estómago y se alzó sobre sus cabezas. Era como una serpiente negra y alada que entre gritos de dolor, estaba dispuesta a atacar a Zelo de una vez por todas. Himchan intentó moverse antes de que aquella bestia embistiera a Zelo pero ya era demasiado tarde.

Unos instantes antes de que los colmillos pudieran clavarse sobre el rostro del más joven, una bala impactó en el cráneo del demonio, que volvió a chillar enfurecido, salpicando aquel líquido tan negro como su viscosa piel. El ser cayó al suelo y con movimientos circulares intentó huir, pero yo me mantuve firme desde mi posición y continué disparando hasta que aquel ser entró en combustión. Zelo gritó al ver que Himchan también comenzaba a arder y que él mismo corría la misma suerte dado que ambos salpicados del combustible atrajeron las llamaradas en cuestión de segundos. Yo me apresuré a ayudar a mi hermano quien tras quitarse parte de su ropa, de nuevo a salvo corrió en auxilio del cuerpo de Himchan a quien arrastramos por la hierba y dejó de arder sin mayor dificultad. Sin embargo sus heridas eran graves y no había tiempo que perder. Pude leerlo en los ojos de mi hermano, quien no iba a quedarse impasible mientras lo veía morir.

―Bang, tenemos que hacer algo,  no puede morir… ¡Hay que salvarle! ―me suplicó Zelo con lágrimas en los ojos. Hacía mucho tiempo que no veía aquella mirada. En mi interior me derrumbaba de dolor. No podía soportar la adoración que sentía hacia Himchan ¿pero qué podía hacer?

―Llevémosle lo antes posible a la nave ¿Los otros están allí? ― me preguntó mientras levantaba el cuerpo inconsciente de Himchan. Yo le ayudé portando el extremo de las piernas y asentí varias veces.

―Deben haber llegado ya….

Con dificultad y en silencio nos desplazamos a través de la selva hasta llegar a la nave. Allí, el resto de la tripulación estaba esperándonos. Para mi gran sorpresa, Youngjae estaba despierto y tumbado en una camilla. Tenía varias heridas en los brazos y en el pecho pero afortunadamente había salido ileso del ataque del demonio. Me alegré por él.

Lo que ocurrió a continuación lo recuerdo como uno de los momentos más angustiosos de mi vida. Todo apuntaba a que la vida de Himchan pendía de un hilo y que por mucho que Zelo se esforzara aquel hilo no tardaría en romperse. Aun así, Zelo no se separó de él en ningún momento y permaneció atento a su evolución, sin hablar apenas con nadie. Aquello no hizo más que molestarme. No entendía muy bien porqué pero que sintiera tanta devoción hacia aquel asesino me hacía hervir la sangre.

Jongup y Daehyun también se mostraban recelosos a colaborar pero entre Youngjae y Zelo, ayudados de las tecnologías de la nave pudieron cerrar las múltiples heridas. Sin embargo Himchan estaba enfermo; posiblemente el demonio le había transmitido algún tipo de infección o quizás la reciente experiencia había llevado al límite su organismo, que ahora se resentía. Yo después de todo lo sucedido estaba tan cansado que me retiré a una de las habitaciones y así dejando solo a mi hermano, intenté relajarme y dormir un poco. En aquel día había tenido más que suficiente y no quería ver más.

Cuando volví a despertar era noche cerrada. Llegué a la sala donde Himchan continuaba siendo atendido, esta vez solo por Youngjae.

― ¿Cómo está?― pregunté mirando a mi hermano que dormía sentado en una silla.

―Parece que se recuperará. Ha perdido mucha sangre pero tu hermano ha dado parte de la suya y antes hemos tratado las heridas abiertas con plantas medicinales y ya todas están cosidas.―explicó Youngjae mientras vendaba uno de los brazos de Himchan.

―No te preguntaba por él… sino por mi hermano―respondí con voz dura.

―Oh… él está bien, lo superará. Sólo está muy cansado y débil pero cuando se despierte y haya comido algo seguro que se siente mucho mejor…―Youngjae me miró indeciso. En su voz se notaba cierto miedo.

Me senté cerca de Zelo, acaricié su cabeza, peiné su pelo y me quedé mirándolo. Me percaté de que Youngjae me miraba de reojo. De repente Himchan se quejó en sueños y ante aquello, como accionado por un resorte, Zelo se despertó y miró desorientado hacia mí y hacia Himchan. Yo le sonreí y le acaricié la cabeza una vez más.

―Necesitas descansar…

―No, voy a ocuparme ahora yo mismo de Himchan―con un leve choque de sus manos apartó la mía y se levantó con energía aunque su rostro se veía ojeroso.―Youngjae vete a dormir. Gracias por tu ayuda, de verdad…―Zelo posó una de sus manos en el hombro de Youngjae y este tras sonreírle suavemente se giró y emprendió el camino hacia las habitaciones no sin antes dedicarme una fugaz mirada. Yo fruncí el ceño y en actitud desafiante me mantuve hasta que Youngjae dejó de mirarme.

Aunque había dormido mi mal humor parecía no mejorar. Me incorporé y observé lo que Zelo estaba haciendo. Con sumo cuidado, entre sus finos dedos, sujetaba vendas que ajustaba mejor. Luego se apropió de varios paños y mojándolos en agua fría comenzó a colocarlos en la frente de Himchan que con la frente arrugada parecía estar sufriendo mil dolores.

Yo me mantuve firme, impasible, sin ninguna muestra de pena aparente en mi rostro. Aquel tipo había estado a punto de llevarnos a la desgracia. ¿Quién podía asegurarme que no tenía ningún otro demonio en su interior? Yo después de todo lo ocurrido no podía fiarme lo más mínimo.

―Toma, bebe agua al menos…― le ofrecí tras agarrar una botella que había sido llenada hace poco. Zelo me miró y en silencio la cogió. Estaba ausente. Sus pensamientos estaban en otra persona y apenas parecía quedar sitio para mí. No había nada que yo pudiera decir o hacer para animarle, así que simplemente me senté a esperar y observé cómo en el otro extremo de la nave, Daehyun intentaba pedir ayuda por radio. Sin embargo, todos sus esfuerzos parecían en vano: no había señal inteligible, ni respuesta de nadie que pudiera escucharnos. Estábamos solos.

En la última hora que pasamos sin tener noticias, nuestra suerte pareció cambiar. Como si fuera obra de un milagro, la radio de repente emitió un sonido de señal. Una voz al otro lado intentaba localizarnos. Daehyun, sonriente y muy emocionado, respondió. Dio las coordenadas de nuestra posición. Se trataba de una nave mercantil que pasaba cerca de nuestro planeta y que en cuestión de días llegaría a la zona para ayudarnos. Jongup al llegar junto a nosotros, observó a Zelo:

―Debes admirarle mucho…―advirtió con una media sonrisa. Zelo le dedicó una mirada de soslayo y sonrió para sí con timidez.

―Más de lo que te imaginas…―confesó.

Aquello fue el colmo para mí. No pude aguantar más y salí de la nave. Todos miraron en mi dirección pero yo ignoré sus miradas. No quería oír más estupideces.

Una noche transcurrió y de madrugada, tras no dormir apenas me digné a entrar nuevamente en la nave. Todos dormían profundamente excepto Zelo, que se removía teniendo pesadillas con el rostro apoyado justo al lado del cuerpo de Himchan, que a su vez descansaba sobre una camilla lleno de vendas. Me acerqué y recogí la manta que debía habérsele caído de la espalda. Lo cubrí con cuidado y masajee suavemente su nuca. Hacía tiempo que no veía la real naturaleza de mi hermano, aquel lado suyo que era amable, tierno y protector. Su comportamiento había cambiado completamente desde que conoció a Himchan. Tragué saliva y sentí cierta emoción en mis ojos que amenazaba con caer en forma de lágrimas. Miré en otra dirección y tras suspirar con fuerza me tragué las ganas de llorar. Debía ser más fuerte que la situación, debía ser más fuerte por mi hermano, sabía que en el fondo me necesitaba… ¿o era al contrario? No estaba del todo seguro. Decidí buscar un asiento y esperar a que todos despertaran.

Llegó el amanecer y la luz que entraba por las ventanas de la nave no fue lo que despertó a Zelo, sino una mano que, cada vez menos fría, acariciaba su cabeza con cariño, buscando su mirada. Muy quieto yo observé la escena. Zelo, desorientado, alzó la vista y vio que Himchan sonreía. Abrió mucho los ojos y se incorporó de un salto con tal torpeza que varios artilugios cayeron al suelo y armaron cierto jaleo que despertó al resto del grupo.

―Jo, qué ruidoso eres… No sé cómo tu hermano te soporta con tanta facilidad ―sonrió Himchan aún con los ojos entreabiertos. Una mueca se dibujó en mi rostro.

―Estúpido… ―Zelo rio sin fuerzas, con los ojos empañados por la emoción. Se agachó, posando sus manos con delicadeza sobre el pecho del otro, sintiendo sus latidos de nuevo regulares y que su respiración era profunda sin anomalías. Zelo lo observó de cerca. Himchan tomó una de sus manos y la apretó levemente sobre su pecho. Zelo entonces descansó su rostro sobre su pecho, olió aquella zona, una mezcla entre sangre y plantas lo mareó levemente y entonces notó que un brazo le rodeaba con suavidad.

Yo, sentado, y con cara de pocos amigos, observé con tristeza y a la vez conmovido aquella escena. Nunca pensé que ver algo así pudiera hacerme llorar, pero quizás aquella imagen envuelta en aquel halo de luz blanca, sin armas ni sangre que pudieran recordarme nuestro pasado, no era lo suficiente bonita como para ganarse mi admiración. En el fondo supe que una profunda envidia se había despertado en mi ser y sin mayores preámbulos decidí salir a buscar el desayuno.

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Pasaron los días y Himchan demostró avanzadas mejorías. Todos nos mostramos positivos y contentos por aquel desenlace. Habíamos vencido al demonio y en cuestión de días vendría la nave mercantil en nuestro rescate. Aquel mundo no era de nuestro agrado, preferíamos volver a la civilización, quizás en un planeta alienígeno o en uno dominado por humanos, pero al menos uno donde pudiéramos vivir libres. Por las noches, ante la luz del fuego nos gustaba hablar de nuestros planes futuros y sumidos en la hipnótica luz de las llamas, cada uno acertó a contar un sueño diferente.

―Yo siempre he querido ser pirata, era mi sueño de pequeño así que ahora que no soy cazador supongo que podré hacerlo jaja―rió Jongup rascándose la cabeza.

―Tu pelo ya no es tan rubio como al principio, si no volvemos a tintárnoslo supongo que nadie nos reconocerá.―advirtió Daehyun sonriente.― ¿Y vosotros qué vais a hacer familia?―sonrió divertido refiriéndose a Himchan, Zelo y a mí. Aquel comentario me pareció de mal gusto. Himchan no era mi familia. No pertenecíamos siquiera al mismo planeta. Lo miré con disgusto.

Himchan tenía uno de sus brazos sobre los hombros de Zelo. Aún estaba vendado por doquier y débil pero ya podía moverse. Himchan sonrió tímido.

―No sé lo que voy a hacer pero… estoy seguro de que Zelo tiene alguna buena idea― se miraron y sonrieron cómplices.

―No lo sé, pero si de algo tengo ganas es de unas vacaciones… luego supongo que podríamos aliarnos con Jongup y volvernos piratas y vengarnos del resto de cazadores. Vosotros os salváis porque al final habéis sido de gran confianza y ayuda. ― El grupo rio ante el comentario de Zelo. Todos excepto yo.

Aquella misma noche en la que tuvimos esa conversación, no mucho más tarde de la media noche yo no podía parar de pensar en lo dicho por Zelo. En sus gestos, en su cercanía hacia Himchan. No dejé de pensar en la razón por la que me sentía así y por más que lo hacía no lo comprendía. De un salto me levanté de la cama y salí al pasillo. Mientras avanzaba con paso ligero de repente un sonido extraño me alertó y me hizo detenerme en seco. Agudicé mi oído y entonces lo supe. Aquellas eran las voces de Zelo y Himchan. Con sumo sigilo anduve hasta asomar la cabeza al borde de una de las paredes del final del pasillo y entonces los vi.

Desnudos de cintura para abajo, Himchan estaba de pie con su pelvis entre las piernas de mi hermano que tumbado sobre la camilla gemía placentero entre las contundentes arremetidas pélvicas del otro. Ambos jadeaban y se quejaban disfrutando de la penetración. Yo dejé de respirar unos segundos, mi corazón pareció detenerse y tuve que esconderme.

De repente todo encajó en mi cabeza.

Amaba a Zelo. Lo amaba demasiado, tanto que me hacía daño. Me dolía que pudiese querer a otro más que a mí. Desde la llegada de Himchan nuestra vida había dado un giro de 180 º y yo me veía desbordado, empujado al vacío. ¿O tenía alguna opción? Con el pulso acelerado volví a mi habitación para esconderme. Al cabo de 15 minutos habían terminado y escuché a mi hermano despedirse tras el sonido de varios choques de labios. Me estremecí al pensar en la boca de mi hermano.

Oí sus pasos junto a mi puerta y como estos se alejaban hasta llegar a su habitación donde con seguridad iba a estar cerrada hasta el día siguiente. Fue entonces que tomé aire y salí de nuevo al pasillo.

Una vez me había asegurado de que Himchan volvía a dormir plácidamente, salí a su encuentro y me detuve a observarlo. Casi podía verlo sonreír en sueños. Mi mirada recorrió su cuerpo y de nuevo la imagen de mi hermano teniendo sexo con él me  estremeció. Tragué saliva y noté cierto temblor en mis puños apretados con fuerza. Estaba solo y miré la boca de Himchan. Con lentitud acerqué una de mis manos que dejé suspendida sobre su boca y nariz. Inspiré profundamente y entonces lo hice. Impedí que respirara y subido sobre la camilla lo inmovilicé con mis propias piernas y mi mano libre. Himchan inmediatamente abrió los ojos y se convulsionó luchando por liberarse y volver a respirar. Pero el tiempo para la última inhalación ya había pasado. Intensos minutos pasaron, los más lentos de mi existencia, pero al final, mi descabellada idea fue un éxito. Himchan dejó de pelear por su vida, extenuado y enfermo se quedó rígido y con los ojos abiertos de par en par, mirándome ahora inexpresivos.

Yo volví a respirar, como si durante aquellos últimos instantes no lo hubiera hecho. Me dolían los músculos de la tensión. Con cuidado me bajé de la tarima y recogí algunos vendajes que habían caído al suelo. Cerré los ojos de Himchan con un gesto de la mano y todo pareció una muerte natural.

Regresé a mi habitación, tranquilo de haber hecho lo correcto.

A la mañana siguiente, los gritos de Zelo me despertaron. Desolado y tirado sobre Himchan intentaba reanimarlo. Daehyun y Jongup no se explicaban que había podido ocurrir, yo miré a Youngjae y este me frunció el ceño. Yo intenté actuar apenado, aun cuando en mi interior todo lo que sentía era que se había hecho justicia.

Llegó el esperado día y una nave aterrizó a unos pocos kilómetros de distancia. Himchan había sido enterrado el día antes. Zelo era un completo deshecho de penas, un alma en vilo, totalmente apagada por la desolación que no dudó en resguardarse en mis brazos siempre que se los ofrecía. Ayudado de los otros chicos, llevamos con nosotros todo aquello de valor de la anterior nave que sin combustible era inservible. Subimos a la nave extranjera y el jefe de los comerciantes parecía contento con el descubrimiento del planeta. Sin embargo, nosotros nos apresuramos persuadirlo de que no realizara ninguna inspección ya que aquellas tierras debían estar malditas después de todo aquel sufrimiento en las minas. Los mercaderes, hombres altamente supersticiosos nos escucharon atentos a nuestra historia y nos hicieron caso. Al tercer día de su llegada tomamos rumbo hacia un nuevo planeta.

Dentro del espacio de nuevo y rodeados de estrellas nos vimos rodeados de las gentes más extrañas y variopintas que jamás habíamos visto. Al igual que en las minas, había toda clase de extraterrestres, pero para nuestra sorpresa, conocimos otras razas de humanos que nunca antes habíamos visto y cuyas lenguas eran incomprensibles. En aquella nave Zelo y yo compartíamos una habitación. Cuando llegó la hora de dormir, yo ya estaba tumbado en la cama y Zelo tras haberse ausentado para ir al servicio regresó al cuarto. Tenía un aspecto terrible. Llevaba tiempo sin ducharse y su pelo antes suave y brillante ahora estaba enredado y lleno de polvo. Con inercia me levanté y lo detuve antes de que se metiera en la cama.

―Espera… déjame que te ayude a asearte… será solo un momento. ―Le expliqué. Zelo no pareció poner resistencia. Sentado en un taburete Zelo esperó. Yo ayudado de un barreño, sumergí una esponja en agua mezclada con jabón. La estrujé y la pasé por el cuello de mi hermano y luego continué lavando su pelo y posteriormente le pedí que se quitara la camisa. Zelo con los ojos cerrados alzó las cejas cada vez más relajado bajo el efecto de mis atenciones. Con ayuda de mis manos apreté la piel de determinadas zona a modo de masaje y Zelo se quejó levemente.

―Perdona, ¿te ha dolido?

―No… Me gusta. Sigue por favor…

Con una tímida sonrisa de lado continué enjuagando su pelo y la parte superior de su cuerpo. Pasé a secarlo y mientras apartaba cualquier rastro de humedad, en aquella cercanía no pude evitar acercar mi rostro y besar su piel.

―Bang… ¿qué haces?―Zelo con cierta somnolencia en los ojos se giró para mirarme. Yo lo envolví en la manta y lo acerqué a mí.

―Por favor… perdóname Zelo… pero te quiero demasiado como para seguir de esta manera…― y entonces lo hice. Tan simple como adelantar el rostro y pegar mis labios a los de él. Zelo dio un pequeño respingo pero no tardó en cerrar los ojos. Sus temblorosas manos se posaron a ambos lados de mi cara y yo lo atraje aún más hacia mí.

― ¿Por qué…? ¿Por qué tuvo que morir…?―lloriqueó contra mis labios. Mi alma pareció romperse en dos al oír sus palabras. Yo lo abracé con fuerza y lo acaricié con ternura.

―No lo sé Zelo… la vida es injusta. El mundo es cruel y tú has sufrido demasiado… déjame que te cuide, que te quiera, permíteme ser algo más que un hermano…te deseo…

Zelo me miró a los ojos, parecía enfermo, sus ojos habían perdido su color saludable y tembloroso parecía respirar con dificultad. Lo llevé a la cama y me recosté junto a él. Froté su cuerpo para que entrara en calor y volví a besarlo. Zelo correspondió mis besos y supe que aquello era un sí. Que me aceptaba, que me quería a su lado, que iba a permitirme ser algo mucho más especial…

Pasé una pierna por encima de él y lo besé en el cuello, bajé mis manos hasta su pecho, las subí hasta sus cabellos en un continuo vaivén. Zelo al notar mi excitación gimió débilmente y con sus manos tiró del velcro de mi pantalón para desnudarme. Yo seguí besándolo por todas partes y bajé deteniéndome para lamer sus pezones, su pecho, su vientre y finalmente con ambas manos resbalé sus pantalones. Zelo me miró con deseo. Yo podía imaginar que no era a mí a quien realmente estaba viendo. Era muy probable que intentara imaginar a Himchan en mi lugar pero aquello ya no me importaba. Deslicé entre sus piernas su ropa interior y Zelo abrió sus piernas para mí. Con cuidado arqueé su pelvis y lo penetré lentamente entre suaves gemidos. La sensación era increíble. Esa presión y el calor de su cuerpo apresando mi miembro, hicieron flotar mis sentidos entre cada nueva acometida. Zelo gimió desesperado, presa del placer. Mientras me movía también movía una mano con la que excitaba su miembro. Mi orgasmo llegó pronto, lo que me permitió buscar el de él. Con mi cabeza entre sus piernas chupé repetidas veces hasta que en una última contracción de su débil cuerpo terminó por ofrecerle el esperado clímax. Gustoso me relamí los restos de semen y desnudos nos tumbamos juntos. Él boca arriba y yo de costado mirando en su dirección. Zelo parecía extenuado y ausente. Yo por mi parte no dejaba de admirar su bella piel de porcelana y sus rasgos dulces y a la vez fieros. Mi hermano cerró los ojos y yo hice lo mismo, agarré la manta y cubrí a los dos. Me abandoné a un plácido sueño lleno de paz y alegría de ser recompensado con el amor de mi Zelo.

Un ruido en mitad de la noche despertó a Zelo y no a mí. Yo roncaba suavemente cuando Zelo salió de la cama y se vistió de cintura para abajo. El ruido provenía de una sala donde solían reunirse todos los tripulantes pero a aquellas horas era extraño que alguien pudiese andar despierto por allí. Zelo aun algo dormido anduvo inquieto hasta llegar al lugar de los hechos y entonces no encontró nada a primera vista. Avanzó en medio de la penumbra y entonces un susurró a su espalda lo avisó del peligro. Pero ya era demasiado tarde. Allí estaba Youngjae que lo sujetaba de la boca para evitar que gritara. Zelo inmovilizado intentaba con todas sus fuerzas liberarse. Entonces apareció Daehyun y Jongup y Zelo alzó una mano pidiendo auxilio pero algo en su forma de moverse le indico que ellos ya no eran los mismos. Zelo se fijó en concreto en una marca en sus cuellos. Era una mordedura que poco a poco estaba desapareciendo. Zelo miró de reojo y vio que Youngjae empezaba a abrir la boca y que de su interior comenzaba a emerger algo. Los ojos de Zelo se agrandaron horrorizados. Recordó que Bang le había dicho que Youngjae había sido atacado por Himchan cuando este aun llevaba en su interior al demonio. En cuestión de segundos el mundo de Zelo se volvió oscuro completamente tras sentir la potente mordedura del demonio.

Mi sueño se vio interrumpido por el ruido de la puerta. Alguien estaba entrando en la habitación, abrí un ojo y vi que era Zelo quien avanzaba hacia mí. Sonreí y le hice un hueco. Zelo sin embargo se subió a horcajadas sobre mí y sonrió. Parecía totalmente despierto. Sus ojeras habían desaparecido. Sonreí contento:

― ¿Te sientes mejor?

―Sí,  mucho mejor… y todo gracias a ti… hermano―susurró junto a mi oído. Yo lo abracé y noté que besaba mi cuello y que su boca se abría sobre mi clavícula. De repente un agudo dolor me traspasó la carne y noté como algo se introducía en mi cuerpo. Me revolví pero Zelo me sujetó con una fuerza anormal en él. Ya era demasiado tarde.

Aquella fue mi última noche como humano. Al día siguiente, la matanza dio comienzo.

Aunque en varias ocasiones intenté suicidarme, aquel demonio controlaba mi pensamiento, mis emociones y todos mis movimientos. La especie continuó multiplicándose y alimentándose de todos los seres vivos de aquella nave.

Mi único consuelo era que Zelo estaba a mi lado, que aunque fuéramos seres sanguinarios, aun en la más profunda y oscura pesadilla, todas las noches podíamos acudir a refugiarnos en el cuerpo del otro para recordar viejos tiempos. Si algo nunca desaparecería en mí, era la veneración que yo profesaba hacia mi hermano.

Solo en aquellos cortos pero intensos momentos de consciencia, yo he vuelto en sí y he abierto este cuaderno sobre el que ahora escribo y guardo mis memorias. Nuestro futuro es incierto, quizás mañana alguien nos destruya, ojalá sea así.

FIN

 

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