RSS

Lágrimas Negras: final alternativo 1

21 Jul

(Aclaración de la autora: el texto siguiente es un final alternativo al fanfic ‘Lágrimas Negras’. Para leer la primera parte de este fic, haced click aquí)

—————————————-¡continuemos la lectura ò_ó!——————————————-

Susurros y chasquidos provenían de todas partes. Zelo miraba a su alrededor muerto de miedo, con el alma en vilo e incapaz de emitir sonido alguno. Tenía la boca seca de correr, de respirar tan agitadamente. Los pulmones le dolían, tosió con tanta fuerza que tuvo que arrodillarse. Allí en el suelo lleno de hojas sintió un bulto, Zelo entonces reconoció un cadáver prácticamente convertido en una momia raquítica. Zelo iba a levantarse pero entonces vio una pistola atada al cinturón de aquel hombre muerto. No lo dudó y se la arrebató de un tirón. Sin embargo Zelo ya no estaba solo. Pasos cercanos sonaron detrás de él.

Alzó el rostro y al darse la vuelta, allí estaba él. Zelo le miró aterrado. Se reclinó sobre sus pies y cayó sentado. Zelo se arrastró hacia atrás con torpeza. Himchan sonreía y mientras se colocaba a cuatro patas continuó avanzando hasta que su cuerpo quedó sobre el del otro que, inmóvil, contempló la locura que irradiaban sus ojos y aquella maquiavélica sonrisa pintada en sus comisuras. El más joven tembló de pavor. Echó la cabeza sobre el mullido suelo lleno de hojas y sintió el aliento del otro. Cierto movimiento se fraguaba sobre el espacio que había entre ambos, era el estómago de Himchan. Zelo podía sentirlo, sabía que otro ser lo estaba controlando. Aunque bajo su desventajosa posición Zelo no tenía gran capacidad de movimiento, supo ingeniárselas para al mismo tiempo que mantenía la mirada a Himchan, una mano bajo la espalda sujetaba la pistola que intentó sacar con lentitud. Himchan abrió la boca y lamió con su lengua la boca del otro. Zelo apretó los párpados estremecido. El asesino beso su suave mejilla, su barbilla y se miraron a los ojos. Zelo admirando a la muerte abrió los labios para decir algo al fin:

―Perdóname… ―y con un rápido movimiento sacó la pistola y apretó el gatillo tantas veces como sus temblorosos dedos le permitieron. Himchan salió impulsado hacia atrás y sufriendo espasmos mantuvo los ojos muy abiertos y miró a Zelo.

Un abundante líquido negro brotaba de su estómago y mezclado con el combustible un gran charco comenzaba a ensancharse y recortar su figura postrada. Zelo entre jadeos se incorporó y con tiento se acercó para verlo más de cerca. Himchan sufriendo tenues convulsiones lo miró acercarse y de sus ojos surgieron densas lágrimas negras que recorrieron lentamente sus mejillas. Sonrió triste, parecía agradecido por lo que Zelo acababa de hacer. Sus ojos volvían a ser humanos, el Himchan de siempre volvía a aparecer ante él. Zelo gimió de dolor dejando escapar lágrimas de arrepentimiento dio un paso más pero entonces, un agudo chillido rompió el silencio entre ambos. La criatura que dominaba a Himchan escapó desde el estómago y se alzó sobre sus cabezas. Era como una serpiente negra y alada que entre gritos de dolor, estaba dispuesta a atacar a Zelo de una vez por todas. Himchan intentó moverse antes de que aquella bestia embistiera a Zelo pero ya era demasiado tarde.

Unos instantes antes de que los colmillos pudieran clavarse sobre el rostro del más joven, una bala impactó en el cráneo del demonio, que volvió a chillar enfurecido, salpicando aquel líquido tan negro como su viscosa piel. El ser cayó al suelo y con movimientos circulares intentó huir, pero yo me mantuve firme desde mi posición y continué disparando hasta que aquel ser entró en combustión. Zelo gritó al ver que Himchan también comenzaba a arder y que él mismo corría la misma suerte dado que ambos salpicados del combustible atrajeron las llamaradas en cuestión de segundos. Yo me apresuré a ayudar a mi hermano quien tras quitarse parte de su ropa, de nuevo a salvo corrió en auxilio del cuerpo de Himchan a quien arrastramos por la hierba y dejó de arder sin mayor dificultad. Sin embargo sus heridas eran graves y no había tiempo que perder. Pude leerlo en los ojos de mi hermano, quien no iba a quedarse impasible mientras lo veía morir.

―Bang, tenemos que hacer algo,  no puede morir… ¡Hay que salvarle! ―me suplicó Zelo con lágrimas en los ojos. Hacía mucho tiempo que no veía aquella mirada. En mi interior me derrumbaba de dolor.

―Tranquilo, creo que puedo ganar algo de tiempo… Llevémosle cuanto antes a la nave, los otros deben haber llegado ya.

Con dificultad, transportamos el cuerpo del inconsciente Himchan hasta la nave. Allí, el resto de la tripulación estaba esperándonos. Para mi gran sorpresa, Youngjae estaba despierto y tumbado en una camilla. Tenía varias heridas en los brazos pero afortunadamente había salido ileso del ataque del demonio. Me alegré por él.

Lo que ocurrió a continuación lo recuerdo como uno de los momentos más angustiosos de mi vida. Entre todos intentamos salvar la vida de Himchan pero todo apuntaba a que su vida pendía de un hilo y que por mucho que nos esforzáramos aquel hilo no tardaría en romperse. Aun así, Zelo no se separó de él en ningún momento y permaneció atento a su evolución, sin hablar apenas con nadie. Gracias a las tecnologías de la nave pudimos cerrar las múltiples heridas pero Himchan estaba enfermo; posiblemente el demonio le había transmitido algún tipo de infección o quizás la reciente experiencia había llevado al límite su organismo, que ahora se resentía.

―Voy a buscar una cosa, ahora vuelvo ―afirmó Youngjae entonces. Todos excepto Zelo le miramos marchar. Jongup se adelantó.

― ¡Yo te acompaño!

Estuvieron fuera varias horas, horas que fueron interminables para Zelo, que veía cómo Himchan se apagaba lentamente. No había nada que yo pudiera decir o hacer para animarle, así que simplemente me senté a esperar y observé cómo Daehyun intentaba pedir ayuda por radio. Sin embargo, todos sus esfuerzos parecían en vano: no había señal inteligible, ni respuesta de nadie que pudiera escucharnos. Estábamos solos.

En la última hora que pasamos sin tener noticias, lejanas pisadas cerca de la nave nos advirtieron de la llegada de Youngjae y Jongup. Nuestra suerte cambiaba, como si fuera obra de un milagro, la radio de repente emitió un sonido de señal. Una voz al otro lado intentaba localizarnos. Daehyun, sonriente y muy emocionado, respondió. Dio las coordenadas de nuestra posición. Se trataba de una nave mercantil que pasaba cerca de nuestro planeta y que en cuestión de días llegaría a la zona para ayudarnos. Youngjae por su parte, al llegar junto a nosotros, corrió a soltar una bolsa llena de plantas medicinales que Zelo no tardó en coger y manosear, examinándolas concienzudamente para comprobar que eran seguras y de qué tipo eran. Youngjae fue cogiendo montoncitos pequeños y los humedeció en un cuenco lleno de agua. Las lavó cuidadosamente y luego procedió a triturarlas para hacer una masa con algunas. Miró entonces a Himchan, que estaba blanco como el mármol y a veces consciente.

―Con esto todavía podemos combatir tu enfermedad. Zelo, necesito que me ayudes. Hay que introducir esta mezcla en las heridas y que su sangre entre en contacto con la savia de estas plantas.

Youngjae y Zelo se pusieron manos a la obra bajo nuestra atenta mirada.

Una noche transcurrió. Todos dormíamos profundamente excepto Zelo, que se removía teniendo pesadillas con el rostro apoyado justo al lado del cuerpo de Himchan, que a su vez descansaba sobre una camilla lleno de vendas. A la mañana siguiente, la luz que entraba por las ventanas de la nave no fue lo que despertó a Zelo, sino una mano que, cada vez menos fría, acariciaba su cabeza con cariño, buscando su mirada. Zelo, desorientado, alzó la vista y vio que Himchan sonreía. Abrió mucho los ojos y se incorporó de un salto, haciendo que varios artilugios cayeran al suelo y armaran cierto jaleo.

―Jo, qué ruidoso eres… No sé cómo tu hermano te soporta con tanta facilidad ―sonrió Himchan aún con los ojos entreabiertos.

―Estúpido… ―Zelo rió sin fuerzas, con los ojos empañados por la emoción. Se agachó, posando sus manos con delicadeza sobre su pecho del otro, sintiendo sus latidos de nuevo regulares y que su respiración era profunda sin anomalías. Zelo lo observó de cerca. Himchan tomó una de sus manos y la apretó levemente sobre su pecho. Zelo entonces descansó su rostro sobre el pecho, olió aquella zona, una mezcla entre sangre y plantas lo mareó levemente y entonces notó que un brazo le rodeaba con suavidad.

Yo no estaba muy lejos de ellos. Sentado, con mi cara de recién levantado tras un mal sueño, observé conmovido aquella escena. Nunca pensé que ver algo así pudiera hacerme llorar, pero quizás aquella imagen envuelta en aquel halo de luz blanca, sin armas ni sangre que pudieran recordarme nuestro pasado, era lo suficiente bonita como para ganarse mi admiración.

Pasaron los días y Himchan demostró avanzadas mejorías. Todos nos mostramos positivos y contentos por aquel desenlace. Habíamos vencido al demonio y en cuestión de días vendría la nave mercantil. Por las noches, ante la luz del fuego nos gustaba hablar de nuestros planes futuros y sumidos en la hipnótica luz de las llamas, cada uno acertó a contar un sueño diferente.

Llegó el esperado día y una nave aterrizó a unos pocos kilómetros de distancia. Dado que nosotros habíamos huido y éramos antiguos prisioneros, no podíamos exponernos a ser capturados y vendidos de nuevo. Por ello, tanto Zelo, Himchan como yo nos escondimos en el bosque pero no sin antes despedirnos de Youngjae, Jongup y Daehyun.

Era curioso que un simple adiós al final nos resultase un poco difícil de decir. Teniendo en cuenta que habían sido nuestros enemigos, luego nuestros prisioneros y, finalmente, nuestros amigos. Ninguno de nosotros descartaba la posibilidad de volver a encontrarnos, pero también sabíamos que si queríamos empezar una nueva vida desde cero, lo mejor era tomar caminos diferentes. Tras un fuerte apretón de manos, les deseamos un buen viaje y entonces, en la distancia, Himchan, mi hermano y yo observamos cómo nuestros amigos subían a una nave de comerciantes para iniciar un nuevo viaje a un destino que desconocíamos por completo.

Himchan y Zelo se relajaron una vez la nave se perdió entre las nubes. Yo, por mi parte, me quedé observando el cielo cada vez más rojo y oscuro conforme se acercaba la hora de la noche. Me gustaba imaginar que ahora Youngjae y sus compañeros podrían desembarazarse de un destino que nunca habían querido y que, al igual que nosotros, encontrarían un lugar donde vivir y, quién sabe, quizás formar una familia.

En cuanto a los que nos habíamos quedado en aquel nuevo mundo, ese se convertía en nuestro patio particular de juegos. Exploramos su infinidad de parajes, montañas, ríos y bosques. Siempre había sorpresas que encontrar e incluso peligros a los que enfrentarse, pero todos éramos hábiles y de buenos reflejos, por lo que finalmente terminamos dominando a cualquier fiera o terreno que nos supusiera un desafío. Fue durante una de aquellas excursiones que encontramos una montaña donde una enorme entrada parecía haber sido sellada. Al llegar el atardecer Himchan nos contó su historia por fin.

―Cuando aún era un niño, unos cazadores me capturaron y nos llevaron a mi familia y a mí a una enorme mina que habían abierto justo en este mismo planeta.

Zelo y yo nos miramos y luego dirigimos nuestras miradas a la entrada sellada. Aquella mina que habíamos encontrado era la misma mina de la historia de Himchan. Él había sido un prisionero de cazadores al igual que nosotros.

―La extracción de combustible era un secreto. Al principio no fuimos dominados por cazadores. No eran humanos los que trabajaban estas tierras, sino alienígenas de gran diversidad de planetas extranjeros. Sin embargo sí eran humanos los que cavaban en las profundidades. A las pocas semanas perdí el contacto con mis padres y mis hermanos. Nunca los volví a ver. Supongo que murieron cuando los cazadores llegaron al planeta. De la noche a la mañana sucedió el cambio. Los que estábamos encarcelados no pudimos hacer nada. Escuchamos bombas, tiroteos y luego silencio. Me odié a mí mismo por no hacer nada al respecto pero solo era un niño, y los cazadores estaban armados. Una tarde mientras trabajaba en uno de los túneles, estaba solo y mi única compañía era una lámpara de aceite y mis artilugios para excavar. Fue entonces mientras trabajaba, que algo en la tierra se movió. Continué retirando tierra y encontré el inicio de lo que parecía ser una pequeña nave. No mucho más tarde descubrí que su tripulante muerto y totalmente disecado tenía algo que habitaba en sus entrañas y que sí seguía vivo. No tuve tiempo para reaccionar. Aquel superviviente del planeta Daemoniae no dudó en atacarme. Por un momento pensé que iba a morir, y de hecho estuve dispuesto a hacerlo. Ya estaba harto de vivir y pensé que morir bajo sus dentadas no podía ser peor que vivir siendo un esclavo. Por ello, esperé gustoso a la muerte, mientras estaba se colocaba sobre mí. No había nada que desease más; sin embargo, al parecer, mi comportamiento en cierta forma conmovió a aquel ser, que en lugar de alimentarse directamente de mí se introdujo en mi interior y se convirtió en una especie de conciencia que comenzó a dictarme órdenes. Al principio me negué pero conforme me volvía más y más poderoso, terminé totalmente controlado por su mandato y él hizo lo que quiso conmigo.

― ¿Por eso nos trajiste aquí? ―pregunté, interrumpiéndole momentáneamente.

―Exacto, este era su terreno, él conocía todo lo que hay aquí.

― ¿Cómo escapaste de las minas?―preguntó Zelo.

―Gracias a él salí del terrible tugurio donde me habían confinado los cazadores. Me vengué de todos ellos usando la fuerza y astucia de la criatura, pero el precio que tuve que pagar fue excesivo: ya no había marcha atrás y si en algún momento pensé en el suicidio, aquella idea desaparecía fácilmente con el control que el demonio ejercía sobre mí.

―Pero antes has dicho que era como otra voz en tu mente. ¿Eso quiere decir que siempre sabías lo que estabas haciendo o no?―quise saber.

―Llegó un momento en el que el demonio se adueñó por completo de mi mente, pero es cierto que en ocasiones tenía cierta lucidez. Recuerdo especialmente el momento en el que conocí a Zelo. El demonio se interesó por él, al igual que por Youngjae y los otros. No entiendo muy bien por qué, pero no paraba de planear cómo conseguir tenerles a solas a su merced. Cuando se trataba de Zelo, sabía que era puro apetito visceral lo que sentía, y yo me negué varias veces a estar cerca de él pero el demonio también conocía mis sentimientos y se aprovechó de eso.―Himchan tomó una pausa para mirar a Zelo con ternura.― El demonio estaba muy enfadado, por lo que usó todas las artimañas posibles hasta que finalmente dejé de estar presente. Realmente si ahora me preguntáis qué hice en los últimos días antes de la marcha de Youngjae, Daehyun y Jongup, no puedo recordar gran cosa…

Zelo y yo escuchamos boquiabiertos su historia. No dábamos crédito a que un demonio pudiera tener sentimientos o que incluso pudiera comprender de algún modo la naturaleza humana. Tras remover aquellas historias del pasado nos fuimos a dormir con un cierto sabor agridulce en la memoria. Mientras yo caía en un ligero sueño escuché cómo Zelo y Himchan se alejaban dando tímidas zancadas. Aunque su idilio me resultaba bastante chocante no podía estar en contra. Después de todo, Himchan no había sido realmente el asesino por el que se le conocía y además según parecía, había intentado controlar al demonio después de conocer a Zelo, todo con tal no hacer daño a mi hermano.

Como hermano mayor podía tener mis reticencias, pero al mismo tiempo debía aprender a aguantármelas y dejar cierta libertad a Zelo con respecto a sus decisiones personales.

El tiempo transcurrió y de vez en cuando nos acordábamos de nuestros amigos. Lo cierto es que algunos años después volvería a oír de ellos cuando un viajero solitario pasó por nuestro planeta deforma espontánea. Yo me encontraba solo. Himchan y Zelo habían salido de caza y estaba seguro que tardarían bastante. Mientras me relajaba tumbado en una improvisada hamaca anudada entre dos árboles, el ruido de los motores de una nave lejana me sacó de mi estado de relajación. Anduve hasta el lugar donde una pequeña nave había aterrizado. Un señor de avanzada edad salió a mi encuentro. Aquella misma noche, Zelo y Himchan no regresaron por lo que dado que el viajero era pacífico y amigable, me dispuse a cenar con él y escuchar una peculiar historia que no iba a dejarme indiferente.

―Corren rumores de que una nave fantasma viaja sin tripulantes por el espacio. Algunos dicen que muchas naves piratas intentaron hacerse con ella, pero que al final todas terminaron cayendo en desgracia. Destruidas o perdidas sin rumbo ni vida en ellas. Se especula sobre enfermedades, otros dicen que son crueles fantasmas que los llevaban a otros planetas donde sus naves tenían terribles accidentes y todos al final morían de forma horrible. En realidad yo creo que todo es un mito, que no es más que un ser de carne y hueso el que está detrás de todo eso. ¿Te imaginas quién podría ser? De los pocos accidentes de los que hay testigos, dicen que los cadáveres presentaban horribles marcas y que otros parecían totalmente disecados. Hace poco publicaron un dibujo de la nave fantasma en cuestión. Yo creo que es una nave demasiado común para ser una nave fantasma ―rió el señor mientras me tendía una pantalla táctil.

Una vez con el boceto de la nave ante mis ojos no pude evitar sobresaltarme y temblar de la impresión. Mis ojos surcaron cada trazo dibujado en la pantalla.

―Chico… estás pálido, ¿acaso conoces esta nave?

No había duda, aquella era la misma nave en la que partieron nuestros amigos, pero… ¿cómo era posible? De entre todas las sospechas finalmente una idea iluminó mi mente y mi imaginación corrió por su cuenta. Imaginé que la nave había tomado rumbo posiblemente hacia algún otro planeta habitado, hacia alguna ciudad en concreto para seguir realizando las transacciones pertinentes. Los tripulantes esta vez no eran cazadores, sino comerciantes y rodeados de toda clase de especies de extraterrestres y humanos, además de animales, Jongup, Youngjae y Daehyun estaban contentos de poder formar parte de algo nuevo. Casi pude oír sus voces al decir:

―Quizás podríamos vivir siendo comerciantes, casarnos con la hija de alguno de estos, formar una familia y vivir siempre viajando, ¿eh? ¿A que sería una buena vida, Youngjae? ―se arrimó Jongup posándole un brazo por detrás del cuello. Youngjae se tomó su tiempo en responder, pero para cuando giró el rostro lentamente sonrió con un brillo especial en los ojos y dijo:

―Suena divertido.

Pero su voz ya no era la suya propia. Su  tono ahora era oscuro y Jongup lo soltó y retrocedió asustado. Youngjae apartó la vista de la preocupada mirada de su amigo y volvió a concentrar su atención en las ventanas donde se veía el mar de estrellas por el cual iban viajando. Jongup frunció el ceño y miró luego a Daehyun, quien al igual que él, se había quedado pálido.

Quizás mi imaginación me estaba jugando malas pasadas, pero tras hablar durante un buen rato con aquel ermitaño del espacio, ambos llegamos a la misma conclusión de que los parásitos antes de abandonar a su huésped, siempre se encargan de dejar descendencia en algún cuerpo. Un demonio, por lo tanto, no podía ser una excepción.

FIN

 

Tags: , , , , , , ,

¡Dinos qué te ha parecido!